Tengo un par de Renos

28.8.07

POOR LITTLE BUNNY


Resulta triste, y desconcertante, que alguien que significó mucho para ti en algún tiempo pasado pierda su identidad. Entre los ovillos de lana de mi cerebro, llenos de nudos dobles e incluso triples, se pierde la pista de aquél que un día me hizo feliz. He intentado cortar algún trozo. Desenmarañar el ovillo verde, que se mezcla de forma rebelde con el azul y el morado. Incluso he intentado mirar bajo la enorme cantidad de suaves hilos, como el que levanta una alfombra en busca de un céntimo, pero el resultado ha sido siempre el mismo. Nada. Encuentro una carita. Con sus ojitos asustadizos. Con su nariz inquieta. Pero ni rastro del nombre.

Por eso, y aunque seguiré buscando entre mis ovillos liados, he decidido bautizarlo de nuevo. Lo llamaré conejito.

Conejito llegó a mi vida hace muchos años. Mi tio, gran aficionado a la pesca, ganó un concurso en algún lugar de la costa que me vió crecer. Y el premio fue él. Un conejito blanco, con los ojos rojos como dos tomates maduros y unos nervios que le hacían soltar unas bolitas parecidas a los conguitos en cuanto intentabas acariciarle. El destino de Conejito era una paella dominguera en el campo de mi abuela, previo paso por una temporada de engorde a base de pan duro, zanahorias y otras hortalizas. Sin embargo, mis primos y yo, cuales miembros enloquecidos de Greenpeace, conseguimos con nuestras tácticas de chantaje emocional un destino mejor para él. No ser comido.







Y así fue como pasamos unos meses maravillosos con Conejito. El pobre siguió asustándose mucho. Pero porque no nos entendía, y seguramente seguía pensando que iba a acabar en una paella dominguera. O frito con tomate. Y por mucho que se lo explicábamos, nada. El pegaba pataditas con sus cuartos traseros y se cagaba por doquier. Pero era muy simpático. Y tuvo una vida feliz. No todo el mundo tiene la suerte de morir por viejo y por gordo. Y él lo hizo.


Desde aquella experiencia, nunca como conejo. Y siempre he pensado que son unos animalitos tiernos y frágiles. Unos animalitos a los que amar. Hasta que los he conocido a ellos, claro. A los conejitos suicidas. Y todo ha cambiado.


El dibujante británico Andy Riley, un buen día, decidió publicar un libro sobre conejitos suicidas. Conejitos que sólo tienen en mente una cosa: morir. Y se buscan las maneras más retorcidas, brutales y cómicas para hacerlo. El motivo de su desesperación ante la vida es desconocido. Aunque supongo que deben estar hartos de formar parte de la cadena alimenticia humana. Y prefieren morir a su manera, antes que en una cazuela de barro. Los dibujos son muy simples, muy básicos, pero cargados de un humor corrosivo muy divertido. Generalmente son viñetas únicas, aunque a veces se encuentran dibujos de dos, tres y hasta cuatro viñetas. Existen ya varios volúmenes de las historias de estos conejitos en el mercado y son muy recomendables. Los títulos: The book of bunny suicides y Return of the bunny suicides. Eso sí, mi visión de los conejitos ha cambiado mucho desde que descubrí a estos.

Si queréis ver más viñetas de conejitos suicidas, pinchad aquí.



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25.8.07

La tEoriA DdEl caOs



10.- Sonido de tragaperras. Olor a nuevo. Beber. Comer. Conocer. Un niño gitano con cara de hombre. Azul mar. No hay agua. Sólo metal. Gira. Gira. Gira. Una palanca. Un pedal. Hombres y mujeres enjaulados.


9.-Luces que ciegan. Pies. Pies. Y más pies. También manos. Y bocas que expulsan aire emitiendo sonidos sin sentido. Un gorro. No, dos. Se pone el sol. Encuentro fortuito. Besos. Una cara sin nombre. Dos robots con chaqueta roja. Open. Sala 19.


8.- Una moqueta sucia. Y una camiseta. Negro, él. Roja, ella. Una fila india. Pero sin indios. Calor. Risa. Habla. Risa. Habla. Espero. Y desespero. Picor en el ojo. Un zapato en la cabeza.


7.- Llega to the corner. Pechos de silicona. Tacones. Una china falsa. Y canta. También un ángel que no lo es. Hilo musical. Tapizado ochentero. Unión sin lazo. Más bien reunión. Desconocidos murmullan. Un cubo con palomas que no vuelan.


6.- Oscuridad.


5.- Una paloma que si vuela. Y un halcón con una cagada en el ojo. Caótico. Caótica. Ana. Ibiza. Hippy. Más bien Neohippy. Una cera de colores. Y una casa pintada. Arte moderno. Modernillo. Unos labios gruesos. Sexo. Cordón umbilical. Una langosta. Comienza el caos.


4.-Un americano y su dedo. Voy. Vengo. Yo. El otro. Y el otro que es otro. Un desierto. ¿Poesía? ¿Política? Unos ojos enormes. Gritos. Un saharahui suelto por ahí. ¿Poesía? ¿Política? ¿Qué coño es esto?


3.- Escalo. Muero. Voy en un camello. Muero. Soy un indio. Muero. Bebe. Pero no Bebe él. Bebe ella. Y ella es linda. Una cámara de video. Y un padre con barco. Nueva York. El océano en la noche.


2.- El mismo americano. Cañón. Me pongo colorado. Una india gorda. Un indio gordo. Y una calavera. El origen. ¿Pero el origen de qué? Me rio. Miro a un amigo. Y a una amiga.


1.- Desierto de arena. Desierto de asfalto. Unos ojos negros. Cordón umbilical. Amor. Iraq. ¿Qué pinta aquí Iraq? Caca. Y una hostia. Otra hostia. Y otra. Un espárrago blanco. Tres bocas. Y un final. Menuda caca.


0.- Entras en un sueño profundo. Tu cuerpo está rígido. Cada vez más rígido. Viajas hasta una vida anterior. Y estás caótico. Caótico Fer. Como Ana.





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