Tengo un par de Renos

12.6.08

No pares, sigue, sigue



La vida es realmente curiosa. Por no decir que a veces es más puta que las gallinas (con todos mis respetos para las putas, para las gallinas y para el binomio que forman ambos gremios según el refranero popular).

Me he pasado casi un año y seis meses en paro. Fuí despedido de mi trabajo en Antena 3 y al principio me pareció la cosa más maravillosa que me podía pasar. Decidí darme un respiro. Vaguear. Disfrutar de la vida (sí, esa que es más puta que las gallinas) y centrarme en mi carrera como actor. Tras unos meses tocandome los santos cojones y sin perspectivas de llegar a Hollywood en el horizonte, decidí que era el momento de volver a currar. Por mi salud mental. Por mi apariencia fisica (lo que se puede llegar a engordar cuando estás en paro). Y, muy importante, por el estado lamentable, casi raquítico, de mi cuenta corriente.

Empezé a buscar. Y a buscar. Y a buscar. Pero ni una maldita llamada para hacer una maldita entrevista en varios malditos meses. Empezaba ya a angustiarme. A esperar lo peor. Tener que abandonar mi casa. Vivir en la calle. Comer de los contenedores del McDonalds. Sí, ya sé, soy algo catastrofista.
Pero de repente. Sin previo aviso. Algo sucedió. Encontré un trabajo en televisión. Encontré trabajo en una obra de teatro. En un cortometraje. Como guionista de varias galas infantiles. Y ahora no doy a basto. Me levanto a las seis y no vuelvo a casa hasta ni se sabe. Duermo 4 horas diarias (5 o 6 cuando tengo suerte), las ojeras me llegan hasta las rodillas y quiero un maldito dia para descansar.

La vida, que es más puta que las gallinas, debió pensar... ¿quieres trabajar? Pues te vas a hartar. Y en esas estoy. Jodido pero contento. Sin entender por qué todo tiene que ser tan radical. Todo o nada.

En fin, es lo que tiene la vida. Que es maravillosa. Pero también muy puta. Como las gallinas.

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