Tengo un par de Renos

4.2.09

PARA TI.



Aquel ser diminuto de ojos enormes y sueño fácil llegó en invierno. En uno de los inviernos más extraños que la gente del lugar podía recordar. Un invierno duro. Muy duro. Un invierno de nevadas interminables. De lluvias intermitentes. De sueños y dudas. Un invierno que, para aquél ser diminuto de ojos enormes y sueño fácil, iba a ser de lucha. A vida o muerte. Aunque él todavía no lo sabía.

Llegó con prisas. Tenía ganas de vernos la cara a todos y cada uno de nosotros. Y eso le hizo pagar un precio que en aquél momento no consideró innecesario. Ansiaba conocer al hada de cabellos rubios y enmarañados. Su hada. Tímida como lo son todas las hadas. Pero con una sonrisa esperando por él. También al payaso alegre y lleno de amor. Un payaso sin nariz. Ni maquillaje. Un payaso de corazón. Con unos ojos casi tan grandes como los suyos. Deseoso de hacerle reír cada minuto de su vida. Y cómo no. También a su fuente de luz. Su surtidor de amor incondicional. Su casa durante tanto tiempo. Su princesa de cuento no narrado. Y también ansiaba conocer a todos los demás. Que le esperaban con abrazos de mil colores.

Estaba tan cansado del largo viaje que, al principio, y aunque su desmedida curiosidad le empujaba a descubrir su nuevo mundo, sólo era capaz de dormir y de comer. Era necesario reponer fuerzas. Y poco a poco las fue recuperando. Y todos nos sentimos volar. Atravesando praderas de verde y fresca hierba. Océanos de un azul similar al de sus grandes ojos.

Tú nos hiciste volar, y eso es algo que jamás seremos capaces de agradecerte.





Sin embargo, el precio que pagó aquél ser diminuto de ojos enormes y sueño fácil por su impaciencia lo sumió sin previo aviso en una lucha sin cuartel contra el todo o la nada. Aquel precio lo lanzó sin previo aviso al cruel campo de batalla. Un campo plagado de tubos, máquinas y molestos pitidos. Y a todos se nos cortaron las alas para no poder volar.

Ese ser diminuto de ojos enormes y sueño fácil continúa en plena batalla. Como un guerrero pelea contra el destino. Con uñas y dientes. Aferrándose a su hada. A su payaso. A su fuente de luz. Y ese ser diminuto de ojos enormes y sueño fácil la va a ganar. Porque se lo merece. Porque es lo justo. Porque la vida le sonríe y él quiere devolverle la sonrisa. Porque le seguimos esperando con abrazos de mil colores. Y se los tenemos que dar.

Tú lucha. Que lo vas a lograr. Nosotros te esperamos.

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