VISIT SCOTLAND
Hace tres años viajé a Edimburgo. Escocia. He de decir que nunca había sido uno de mis destinos prioritarios, pero gracias a las contagiosas ganas que tenía mi buena amiga Carmen por conocerlo, pues allá que nos fuimos. Y así, sin comerlo ni beberlo, comenzó mi historia de amor incondicional con esa ciudad. Y con ese país.
Hace tan sólo una semana que he vuelto de mi segunda incursión en el reino de la gaita y el kilt. En esta ocasión viajé a Edimburgo, pero el verdadero motivo de mi visita era ir a conocer las Islas Hébridas. En concreto, la isla de Mull, la isla de Iona y la isla de Staffa. Y entre barcos y trenes. Con mi maleta a cuestas. Mi historia de amor se consolidó.
Es cierto que hay países en los que te sientes muy cómodo. Otros que son realmente bellos. Otros que no te gustan nada. Y otros de los que te enamoras. Y eso es lo que me pasa a mi con Escocia. Sin saber muy bien por qué, desde que puse un pie allí, sentí que estaba como en casa. Sentí que quería vivir en esas calles empedradas. Entre esa gente tan simpática. Con esa cultura tan alucinante. Y lo haré. No sé cuando. Pero se que lo haré.
En Edimburgo lo ideal es perderse. La ciudad está dividida en dos partes bien diferenciadas. La parte vieja. Y la parte nueva. Ambas divididas por dos calles emblemáticas: la Royal Mile y Princess Street. La parte nueva es de corte vistoriano, elegante, con amplias calles y parques. Y bañada por el río que atraviesa la ciudad. La parte vieja está compuesta por un sin fín de callejones retorcidos, cementerios, iglesias, que esconden terribles historias de asesinatos y fantasmas. El contraste es realmente divertido. Olvida el mapa y pasea. Habla con la gente. Deambula y descubre los secretos escondidos de la ciudad. No te arrepentirás. Y por la noche... a un buen pub. A tomar una pinta y a charlar con los lugareños. Que es algo realmente fácil. Porque son terriblemente agradables, accesibles y simpáticos.
Las Islas Hébridas, por su parte, son un canto a la naturaleza salvaje. Con una población realmente escasa para la extensión que tienen, en ellas puedes encontrar zonas volcánicas, enormes pastos verdes, bosques frondosos, animales sueltos en plena carretera (la típica vaca escocesa peluda, ovejas, águilas,...). Lo mejor es coger un coche, haciendo un ejercico mental considerable para acordarte de ir por la izquierda, y recorrerla de punta a punta. Y luego, hacerse a la mar en pequeños barcos para recorrer las costas y las pequeñas islas de las que se componen.
Etiquetas: viajes
5 Comments:
ya me has dado envidia grrrrrrrr
pero qué ganas de ir a Escocia, maldito... Me gustaría ir éste año. Es bueno saber lo del vuelo directo desde Madrid. Gracias por tooooodos tus textos para el fanzine, creo que es demasiado, nadie me ha escrito tanto. Te debo un mail. O un par.
Jo, yo siempre he tenido un montón de ganas (por supuesto, en coche), pero todavía no he tenido la ocasión.
que fotos tan bonitas Fer!!Desde luego dan muchas ganas de ir a visitar Scotland y ver a esos simpatiquisimos Scothish
BEA
Ya, ya, ya... los paisajes... los prados... los animales...
(TODOS sabemos que fuiste a ponerte ciego de güisqui)
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