Tengo un par de Renos

16.5.07

LEÓN

León siempre fue un niño con el nombre equivocado. O al menos eso le decía su padre cuando quería hacerle rabiar. Porque León, más que fiero, era un niño dulce y sensible.

A León le gustaba leer. Podía pasarse las horas muertas haciéndolo. A León no le gustaba jugar al fútbol con los niños de la calle. Siempre acababa recibiendo una patada en la espinilla. A León le gustaba grabarse en el viejo radiocasete de sus padres. Soñaba que era un astronauta hablando desde la luna. A León no le gustaba jugar al burro. Como era gordito siempre le ponían abajo y le dolía mucho la espalda. A León le gustaba pintar. Dibujaba cientos de leones. Se dibujaba a él. A León no le gustaba ir a las fiestas de cumpleaños de sus compañeros de clase. No le interesaba lo que allí se hablaba. A León le gustaba estar solo.

Su padre siempre le decía que en la selva el león es el rey de todos los animales. Y que él debía seguir su ejemplo. Que para eso le habían puesto ese nombre. Para que fuera el rey del colegio. El rey del barrio. El rey de la casa. Quería ayudar a León. Quería que saliera a jugar con los demás niños. Que disfrutara. Pero a León parecía quedarle grande el título de rey. El prefería ser un simple lacayo dedicado a sus quehaceres. Y eso le hacía sentirse triste. Sentía que no era merecedor del nombre que le habían puesto.

Intentó convertirse en el León que debía ser. Intentó jugar a los indios y vaqueros con los niños de su calle. Pero acabó rompiéndose la muñeca y con un corte en la ceja. Intentó hacer kárate. Pero le daba miedo que le hicieran daño. Intentó ir a las fiestas de cumpleaños de sus compañeros de colegio. Pero acababa bebiendo coca-cola en un rincón, mientras los demás jugaban a las tinieblas. Intentó correr muy rápido. Pero se tropezó y se rompió los dientes. Intento dejar de ser él. Pero fracasó.

Durante un verano sin fecha, los padres de León organizaron un viaje de vacaciones a un país sin nombre. A una ciudad sin nombre. Las calles no tenían nombre. Y sus habitantes tampoco. Y un día cualquiera mientras visitaban un castillo sin nombre, León se perdió por el jardín. Deambuló entre árboles exóticos. Entre flores de colores vivos y chillones. Y en un claro de un pequeño bosque de abetos, León encontró un pequeño estanque decorado con un león de piedra. Se sentó a su lado y lo abrazó. Pasó algún tiempo. Así. Abrazado al león de piedra.

- Chist… Oye, ¿Te importa dejar de apoyarte sobre mi lomo? Es que pesas un rato, ¿sabes?

León enmudeció. León se quedo inmóvil. León, por fin, se convirtió en un león.

En algún país sin nombre. En una ciudad sin nombre. Donde las calles no tienen nombre. Y sus habitantes tampoco. Si visitas un castillo sin nombre y te pierdes por los jardines, encontrarás en el claro de un bosque de abetos un pequeño estanque decorado con dos leones de piedra.




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10.5.07

CANDY, CANDY

Hace ya algo más de un año que comparto mi vida con alguien. Se llama Candy. Y no. No es mi pareja. Tampoco mi amiga. Pero lo cierto es que vivimos juntos. Normalmente llevamos nuestra existencia conjunta en paz y armonía. Aunque a ratos Candy se vuelve un poco rebelde, agresiva y no para de tocar los cojones. Pero se le pasa rápido. Porque ella es así. De impulsos. Y he de reconocer que yo tengo parte de culpa. Porque a veces soy yo el que le toca los cojones a ella. Pero a pesar de todo nos llevamos muy bien. Nos hemos cogido cariño

Nunca creí que alguien pudiera llamarse Candy. Bueno, excepto aquella niña de ojos tremendamente desproporcionados, nariz respingona a lo Rociíto y dos coletos rubios, que hizo las delicias de todas las mozas de mi generación. Sí. La mítica "Candy, Candy". Aquella con la que lloramos a moco tendido (vale, reconozco que era fiel seguidor) cuando su amado Anthony muere al caerse de un caballo. Snif, snif. Que recuerdos...



Pero por esas cosas que tiene la vida, un buen día conocí a una Candy. Una de verdad. Y como siempre pasa con las cosas que acaban siendo importantes, sucedió por casualidad. Nuestro primer encuentro tuvo lugar en la consulta de una fisioterapéuta. Fue ella quien nos presentó. Y enseguida congeniamos. Por aquel entonces ella estaba perdida. Algo descontrolada. Pero con el tiempo se fue calmando. Hasta llegar al punto en el que nos encontramos hoy. Ella vive placidamente en mi intestino. Yo la cuido para que esté tranquilita.

Gracias a mi Candy, aunque su nombre completo es candida albicans (ella, que siempre fue muy chic y quiso dedicarse al cine), he conocido uno de los grandes descubrimientos de los japoneses. Sí, mi Candy es un bichito que llevo en mi interior. A lo Aliens. Y a quien le moleste, pues que se la pique un pollo. Bueno, a lo que iba. Gracias a mi cosita he descubierto las grandes bondades de la chlorella.




La chlorella es un alga de agua dulce minúscula, del tamaño de un glóbulo rojo. Es decir, muy pequeña. Pequeñísima. Es esférica, unicelular y de color verde. Y se cree que es uno de los primeros organismos vivos que habitó la Tierra. Aunque ha vivido entre nosotros 600 millones de años, no fue descubierta hasta el año 1890 por el microbiólogo holandés M. W. Beijernick. Desde entonces, numerosos estudios se han realizado sobre sus beneficios para la salud. Casi todos japoneses, que por algo son los que más algas comen. ¿Será por eso que tienen esa cara de estreñidos?

La cuestión es que esta pequeña alguita es alucinante. Te arregla casi cualquier dolencia. Y no te arregla los problemas de dinero de purita casualidad. Yo la tomo desde hace algún tiempo y me va fenomenal, la verdad. Los japoneses, principales productores de este pequeño milagro verde, la cultivan en cantidades ingentes y la toman como si de pipas y caramelos se tratase. He aquí sus virtudes.




Entre sus propiedades terapéuticas, la chlorella es:
-Alcalinizante
-Antialérgica
-Antibacteriana
-Anticancerígena
-Anticatarral
-Antidepresiva
-Antienvejecimiento
-Antioxidante
-Antitumoral
-Antivírica
-Cardioprotectora
-Cicatrizante
-Depurativa
-Desintoxicante
-Desodorante
-Digestiva
-Elimina el sangrado de encías
-Estimula el crecimiento de niños
-Estimula el hígado
-Hipocolesterolemiante
-Inmunoestimulante
-Funguicida
-Mejora la respiración
-Potenciadora del rendimiento físico
-Purificadora
-Reconstituyente
-Regeneradora de células y tejidos
-Reguladora de la presión sanguínea
-Tónica


Actualmente el alga chlorella se emplea para:
-Alergias
-Anemia
-Artritis
-Cáncer
-Candidiasis
-Depresión
-Dolencias gástricas
-Estreñimiento
-Fibromialgia
-Gingivitis
-Gripe
-Halitosis
-Heridas
-Hipertensión
-Infecciones en general
-Intoxicación por metales pesados
-Pancreatitis
-Perdida de memoria
-Piorrea
-Problemas intestinales
-Quemaduras
-Resfriados
-Síndrome de fatiga crónica
-Síntomas de menopausia
-Úlceras dérmicas
-Úlceras estomacales


¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? La cholrella es el alga de la eterna juventud. Así estoy yo, que parezco un teenager.
House tiembla, que se te acaba el curro...

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9.5.07

UP, UP, UP

La naturaleza, una vez más, vuelve a sorprendernos.

En las selvas de Brasil, desde tiempos inmemoriales, habita una araña peluda y de color marrón que responde al nombre científico de phoneutria nigriventer. Aunque todo el mundo la conoce por su apodo: araña del banano. Y es que a esta araña le gusta mucho construir su casita en las plantaciones bananeras, debido a sus altos porcentajes de humedad.


Pues bien, esta arañita, que es muy conocida entre los brasileños por su mala leche y por su mala costumbre de entrar en cualquier casa que se encuentre en su camino, resulta que se ha convertido en la gran amiga de los hombres. Y en la gran aliada de las mujeres

A pesar de ser venenosa, aunque no mortal, últimamente todo brasileño que se precie quiere que le pique una. ¿La razón? Pues además de un dolor intenso y una erupción rojiza en la zona en la que hincó el diente, este animalito produce una erección de campeonato que se prolonga durante horas. Ahora se entiende por qué los brasileiros tienen esa fama de amantes insaciables y calentorros.




El descubrimiento se produjo por casualidad y desde entonces se han realizado numerosas investigaciones. Primero, con ratas y conejos. Luego con humanos. Y como podréis suponer voluntarios no han faltado. Parece ser que el veneno de esta araña contiene un tóxico que afecta directamente al cerebro, activando el deseo sexual del varón. Lo cual produce erecciones involuntarias y muy duraderas.

Ya se está trabajando en su comercialización. Que tiemble la Viagra...

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